El real filipino era la moneda de Filipinas durante la época colonial española . Los galeones de Manila trajeron en grandes cantidades el real de plata, que equivalía a ocho reales de plata y equivalía a un peso de plata o dólar . Dieciséis reales de plata equivalían a un escudo de oro.
El comercio entre los primeros filipinos y con los comerciantes de las islas vecinas se realizaba mediante el trueque . La incomodidad del trueque condujo más tarde al uso de algunos objetos como medio de intercambio. El oro, que abundaba en muchas partes de las islas, invariablemente encontraba su camino hacia estos objetos que incluían los piloncitos , pequeños trozos de oro con forma de cuentas considerados por los numismáticos locales como la moneda más antigua de los antiguos filipinos, y los anillos de trueque de oro.
Las monedas hispanoamericanas acuñadas con el sistema monetario de 8 reales = 1 peso fueron traídas por los galeones de Manila entre los siglos XVI y XIX. Las primeras monedas traídas fueron unos cucuruchos de plata de formas irregulares llamados macuquinas o hilis-kalamay. A partir de 1726 les sucedieron los famosos columnarios o dos mundos.
Estas monedas fueron reemplazadas por monedas de los países latinoamericanos recién independizados en el siglo XIX, cuyos diseños fueron contrasellados en la década de 1830 por las autoridades españolas en Manila. El cambio final implicó revisar la subdivisión del peso de 1 peso = 8 reales a 1 peso = 100 céntimos, lo que fue posible gracias a la introducción de nuevas monedas de 10, 20 y 50 céntimos de peso a partir de 1864. [1]
Las monedas de plata fueron importadas de América Latina en denominaciones de 8 reales ($1 ) y 4, 2, 1 y 1 ⁄ 2 real. Las monedas de oro también de América Latina vinieron en denominaciones de 8 escudos ($16 ) y 4, 2, 1 y 1 ⁄ 2 escudos.
En el siglo XVIII, la Realeza de España autorizó la acuñación de monedas locales de cobre por parte del Ayuntamiento de Manila como respuesta a la grave escasez de monedas fraccionarias. Estas se denominaban barrillas y aparecieron por primera vez en 1728 en denominaciones de 1 ⁄ 2 cuarto (1 octavo) y 1, 2 y 4 cuartos. 20 cuartos equivalían a 1 real, por lo que 160 cuartos equivalían a un peso.
Las monedas procedentes de otras colonias españolas que llegaban a Filipinas eran contratimbradas. A partir de 1828, se estampó en ellas la palabra "MANILA". Hacia 1830, la maquinaria de la contratimbradora "MANILA" se rompió, por lo que, en 1832, se utilizaron las iniciales del rey "F 7", que en 1834 se cambiaron por las de su sucesor, "YII". Cuando España reconoció a sus antiguas colonias latinoamericanas en 1837, la práctica de la contratimbrada cesó.