Mateo 9:34 | |
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Libro | Evangelio de Mateo |
Parte de la Biblia Cristiana | Nuevo Testamento |
Mateo 9:34 es un versículo en el noveno capítulo del Evangelio de Mateo en el Nuevo Testamento .
En el griego original según Westcott-Hort este versículo dice:
En la versión King James de la Biblia el texto dice:
La Nueva Versión Internacional traduce el pasaje así:
Ver a Jesús exorcizando a un mudo .
Lapide señala que de la declaración de los fariseos se desprende que hay diferentes órdenes de demonios , así como hay rangos en las órdenes angélicas . Continúa diciendo: "Así, incluso entre los soldados rebeldes hay abanderados, coroneles, capitanes. Porque sin ellos no se puede organizar y gobernar un ejército. Lucifer es el príncipe de todos los demonios, como San Miguel lo es de todos los ángeles". En Mateo 12:15 Jesús trata con más dureza la acusación, pero aquí simplemente responde con más milagros. [1] [2]
Crisóstomo : "Lo pusieron por encima de los demás, porque no sólo curaba, sino que lo hacía con facilidad y rapidez; y curaba enfermedades infinitas en número y en calidad incurables. Esto afligió mucho a los fariseos, que lo pusieron por delante de todos los demás, no sólo los que vivían entonces, sino todos los que habían vivido antes, por lo que sigue: "Pero los fariseos decían: Expulsa a los demonios por medio del Príncipe de los demonios". [3]
San Remigio : "Así los escribas y fariseos negaban los milagros del Señor que podían negar; y los que no podían, los explicaban con una interpretación errónea, según la cual: Por la multitud de tu excelencia tus enemigos te mentirán. (Salmo 66:3.)" [3]
Crisóstomo : “¿Qué puede haber más tonto que estas palabras suyas? Pues no se puede pretender que un demonio expulse a otro, pues suelen consentir en las acciones de los demás y no estar en desacuerdo entre sí. Pero Cristo no sólo expulsó a los demonios, sino que curó a los leprosos, resucitó a los muertos, perdonó los pecados, predicó el reino de Dios y llevó a los hombres al Padre, lo que un demonio no podía ni quería hacer.” [3]
Rabanus Maurus : "En sentido figurado, así como en los dos ciegos se representan ambas naciones, judíos y gentiles, así también en el hombre mudo y afligido por el demonio se representa a toda la raza humana." [3]
Hilario de Poitiers : "O bien: Por los mudos y sordos, y daemoniae, se significa el mundo gentil, necesitado de salud en todas partes; pues hundidos en el mal de todo tipo, están afligidos con enfermedades en todas las partes del cuerpo." [3]
San Remigio : “Porque los gentiles eran mudos, no pudiendo abrir la boca para confesar la verdadera fe y las alabanzas al Creador, o porque rindiendo culto a ídolos mudos se hacían semejantes a ellos. Estaban afligidos por un demonio, porque al morir en la incredulidad se sometieron al poder del Diablo.” [3]
Hilario de Poitiers : "Pero por el conocimiento de Dios, ahuyentado el frenesí de la superstición, llegan a ellos la vista, el oído y la palabra de salvación." [3]
Jerónimo : “Como los ciegos reciben la luz, así se desata la lengua del mudo, para que pueda confesar a Aquel a quien antes negaba. La maravilla de la multitud es la confesión de las naciones. La burla de los fariseos es la incredulidad de los judíos, que perdura hasta el día de hoy.” [3]
Hilario de Poitiers : "La maravilla de la multitud es seguida por la confesión: Nunca se vio algo así en Israel; porque aquel para quien no había ayuda bajo la Ley, es salvado por el poder de la Palabra." [3]
San Remigio : "Los que trajeron a los mudos para que fueran curados por el Señor, significan los Apóstoles y predicadores, que trajeron al pueblo gentil para ser salvado ante la faz de la misericordia divina." [3]
Agustín : “Este relato de los dos ciegos y del demonio mudo sólo se lee en Mateo. Los dos ciegos de los que hablan los otros no son los mismos que éstos, aunque se hizo algo similar con ellos. De modo que, incluso si Mateo no hubiera registrado también su curación, podríamos haber visto que esta narración actual se refería a un suceso diferente. Y esto debemos recordar diligentemente, que muchas acciones de nuestro Señor son muy parecidas entre sí, pero se demuestra que no son la misma acción, al ser ambas relatadas en diferentes momentos por el mismo evangelista. De modo que cuando encontramos casos en los que uno es registrado por un evangelista y otro por otro, y alguna diferencia que no podemos conciliar entre sus relatos, debemos suponer que son eventos similares, pero no iguales”. [3]
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